Historia de lo inmediato: Tres juniors corruptos
Por Álvaro Delgado
El magnate Claudio X. González Guajardo no es el único junior en problemas por tantas derrotas acumuladas en tan poco tiempo por todas partes como jefe de la oposición —lo de menos es el calificativo de “tóxico” que le endilgó la presidenta Claudia Sheinbaum—, porque en su infortunio lo acompañan otros dos herederos de clanes cuyas fortunas acumuladas por las complicidades con el poder político y mediante la corrupción también los hermanan: Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga Jean, los dueños de los emporios mediáticos Televisa y Televisión Azteca.
Este trío de juniors la está pasando mal por sus propias decisiones y, sobre todo, porque México cambió. El país ya no es el mismo de cuando ellos o sus oligarcas padres obtuvieron tantas concesiones del Estado dominado por el PRIAN, sobre todo con Carlos Salinas de Gortari, y ahora los tres están en quiebra económica, política y/o moral.
Por primera vez en la historia de Televisa, que nació formalmente en 1973 y antes fue Telesistema Mexicano, no será presidido por un miembro de la familia Azcárraga, debido a que el tercer Emilio de la dinastía tuvo que separarse de la presidencia del grupo para enfrentar en Estados Unidos la investigación por corrupción en la que está directamente involucrado junto con la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA).
El derrumbe del precio de las acciones de Televisa, casi a nivel basura, exhibe la decadencia de este poderoso emporio mediático que creció exponencialmente mediante los privile
gios otorgados por el Estado mexicano a cambio de una connivencia ampliamente documentada fincada en la manipulación, el ocultamiento y la mentira informativas.
Un ejemplo: Un mes antes de irse el priista Enrique Peña Nieto de la Presidencia de la República, en noviembre 2018, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) extendió 20 años las concesiones de Televisa y TV Azteca hasta el 2042, que les permiten seguir ganando dinero con la telebasura que producen en un entorno en el que cada vez menos personas prefieren sus productos.
La crisis del Grupo Televisa es también de Televisión Azteca, el segundo emporio mediático de México que preside Salinas Pliego, un junior que ha hecho crecer el Grupo Salinas y el Grupo Elektra con prácticas que hasta otros empresarios también sinvergüenzas abominan y por las que evitan asociarse con él.
Heredero del Grupo Elektra que nació para no pagar impuestos —como lo confesó en su libro de memorias el propio jefe del clan, Hugo Salinas Price—, y las concesiones de televisión que le dio Salinas de Gortari, Ricardo Salinas Pliego deberá pagar en semanas o meses por lo menos 35 mil millones de pesos, la mitad de su inmensa deuda con el fisco de México, lo que compromete la viabilidad de su emporio económico y mediático.
También Salinas Pliego deberá pagar los 400 millones de dólares, más intereses —más de 8 mil millones de pesos—, que pidió prestados en Estados Unidos en 2016 y que dejó de pagar en 2021, con el apoyo del Poder Judicial de México cuyo Estado ha sido demandado para que responda por ese adeudo. Bonita cosa: Todos los mexicanos debemos pagar lo que él no quiere.
Miembros de la misma oligarquía de México, Azcárraga Jean y Salinas Pliego tienen vasos comunicantes para la defensas de sus intereses económico con González Guajardo, quien se convirtió, desde 2020, en el jefe de la oposición partidaria, mediática, intelectual y académica de México al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y ahora de Sheinbaum.
Aunque González Guajardo fue vicepresidente corporativo de Televisa y presidente de la Fundación Televisa a gracias a que su papá, Claudio X. González Guajardo, era accionista y miembro del consejo de administración, su relación con Salinas Pliego se ha estrechado políticamente, como lo manifestó expresamente con la adhesión que éste hizo de su diatriba con la Presidenta de México.
“¡No te dejes, Claudio!”, escribió Salinas Pliego en su cuenta de X, el viernes 25, luego de que el magnate que se dice filántropo y activista social rebatió el calificativo de “junior tóxico” que le endilgó Sheinbaum por llamarla autoritaria e inepta.
González Guajardo y Salinas Pliego tienen en común, además de ser hijos de papis millonarios, decirse filántropos. En realidad, han hecho de la caridad un negocio, con base en los multimillonarios recursos públicos y privados para defender intereses facciosos y de paso lavarse la cara.
González Guajardo ha fundado los negocios Unión de Empresarios para la Tecnología de la Educación (UNETE), México Primero, Despacho de Investigación y Litigio Estratégico, y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad para impulsar las agendas del sector empresarial, mientras que Salinas Pliego, con su Fundación Azteca, Festival de las Ideas y Atlas Network, propaga prácticamente la misma propaganda del primero.
Con Azcárraga más discreto, la convergencia política de los juniors Salinas Pliego y González Guajardo seguramente se intensificará ante el gobierno de México, como es muy claro con la reforma al Poder Judicial de la Federación que ha sido y es defensor de sus intereses económicos.
Las crisis de estos tres junior representan, en realidad, la decadencia del viejo régimen corrupto que se hace llamar “la resistencia”.