Por Erika González
La selección del candidato de Morena para competir por la gubernatura de Coahuila desató a los demonios. En el proceso se demostró que no por ser el personaje que más gente identifica se logra elegir al que representa los intereses de la 4ª transformación.
Así en contra de la opinión de los miembros del consejo de Morena en el Estado, se nombró como candidato a un personaje ligado a la oligarquía estatal y a la estructura mafiosa del poder que ha desarrollado el PRI con los Moreira en la entidad, garantizando la permanencia de esta en caso de que Morena llegare a ganar la gubernatura.
Esto dio al traste con la posibilidad de que Morena concretara una alianza con los dos partidos que han sido sus aliados en otros procesos, incluso en el Estado de México, donde ya decidieron ir los tres juntos apoyando a la maestra Delfina Gómez como candidata común.
En Coahuila el Partido Verde decidió nombrar a otro candidato y prefirió aliarse con un partido local en lugar de hacerlo con Morena. Por su lado, el Partido del Trabajo también decidió escoger como candidato a Ricardo Mejía, quien había sido el personaje a quien más miembros del consejo de Morena en el estado habían decidido apoyar.
Este nuevo escenario presenta una situación interesante por ser inesperada. Resulta que no necesariamente el más conocido va a ser el que la mayoría identifique con el proyecto de la 4ª transformación, pero tampoco necesariamente los partidos aliados apoyarán a ciegas a quien resulte elegido por la encuesta de Morena aplicada con la metodología actual.
La situación en Coahuila seguramente va a derivar en una división del voto a favor de la 4ª transformación, que muy probablemente beneficiará al PRI y a la mafia de los Moreira, haciéndoles más fácil el trabajo de conservar el poder en la entidad. Sin embargo, habría que pensar cual sería la oportunidad de que la 4ª trasformación llegara al estado, en caso de que ganara el candidato seleccionado por Morena y tomando en cuenta su trayectoria, así como sus filias, la conclusión es que la probabilidad de que esto sucediera es muy baja.
También platea un escenario potencial adelantado de lo que podría suceder a nivel nacional en caso de que la encuesta de Morena se aplicara a partir de la misma metodología utilizada en Coahuila. No es el más conocido a quien necesariamente la mayoría identifica con la defensa del proyecto de 4ª transformación, lo que podría desatar un desastre de dimensiones mayúsculas, con cientos de miles de votantes potenciales emitiendo votos de castigo contra Morena en todas partes.
Los acontecimientos de Coahuila dejan muy claro que es indispensable que la metodología que se aplicará en la encuesta para seleccionar al candidato de Morena para competir por la presidencia en 2024 sea comprendida, afinada y aceptada por todos los candidatos participantes más allá de cualquier duda, debiendo existir un compromiso formal de que su participación en el proceso implica necesariamente la aceptación de los resultados que arroje.
Si esto no queda claro, es posible que ganar la presidencia no se encuentre en riesgo, pero ganar el congreso sí, lo que implicaría que el siguiente primer mandatario se vea con las manos atadas para continuar con el proceso de transformación del país al ritmo que se requiere.
Actualmente el proceso de Coahuila tiene pronóstico reservado. Parece que hoy Morena se está concentrando en descalificar a los candidatos de sus aliados, a partir de los pocos argumentos con que cuenta para defender al suyo. Todo esto permite prever que en ese estado muy probablemente no sea todavía el momento para que llegue la 4ª transformación. Seguramente los más felices por esta situación son los miembros de la mafia local que están viendo a la izquierda trabajar a su favor.
Como dice el filósofo brasileño Leonardo Boff: “Una sociedad que decide organizarse sin una ética mínima, altruista y respetuosa, está trazando el camino de su propia autodestrucción”.