Opinión

El día que AMLO se despidió y el pueblo lloró en el Zócalo

Vine aquí, a este zócalo, a escuchar el último informe de Andrés Manuel López Obrador. No vine solo. Vinieron cientos, vinieron miles: éramos multitud. Llegué temprano porque el presidente dijo que llegáramos temprano. Y es que, como era un informe oficial, en lugar de estar todos de pie (como siempre estamos todos de pie cuando venimos a ver a AMLO), estaríamos sentados en sillas, las cuales no iban a resultar suficientes para la multitud que conformamos los miles que llegamos.

Yo la verdad llegué alegre pero triste. Contento pero melancólico. Feliz pero nostálgico. Y es que, por un lado, venía a mirar y a escuchar y sentir la fuerza del presidente que ha hecho tan feliz a miles de mexicanos, y, por el otro, venía a ver el último informe de gobierno del presidente que ha hecho tan feliz a miles de mexicanos.

Fue un día de contradicciones sentimentales. Por ejemplo, gritar “es un honor estar con Obrador” sabiendo que esa frase, en 30 días, la podremos gritar con todas nuestras fuerzas, pero siempre que lo hagamos, no estará presente Andrés Manuel López Obrador porque él ya estará en su casa, alejado de toda la vida pública del país.
Juro que vi a gente llorando. Quizás yo también lloré.

Cuando en una mañanera Andrés Manuel López Obrador recomendó a la gente que llegara temprano, se sabía que llegar temprano implicaba tener una silla donde sentarse. La plancha se llenó desde antes de la 9 de la mañana, y el informe comenzaría entre 10 y 11.

La gente iba en plan AMLO. Camisas con mensajes de AMLO. Playeras que decían “gracias, AMLO”. Cachuchas que tenían la caricatura de AMLO que hizo hace ya varios años el monero Hernández. Llaveros de AMLO. El libro de AMLO. La foto de AMLO.

Calendarios de AMLO (aunque estemos en septiembre, había gente con calendarios de AMLO). Disfraces de AMLO. Cartones en tamaño real de AMLO. Cabezas gigantes de AMLO. Chalecos con pines de AMLO. Cientos de cartulinas agradeciéndole a AMLO.

Fue un día para estar feliz de que Andrés Manuel López Obrador existiera, que hubiera nacido en México, que jamás se diera por vencido y que hubiera logrado ser el presidente de los mexicanos.

Yo llevaba mi cachucha de AMLO, y miles de recuerdos relacionados con el hoy presidente que me forjaron política, ideológica y culturalmente.

Cuando habla Andrés Manuel López Obrador, la gente escucha. Reflexiona. Piensa en lo que dice y reacciona. Muchas veces asiente, otras veces grita “presidente” o “es un honor estar con Obrador”. Pero hoy mucha gente lo hacía mostrando los objetos relacionados con el mandatario.

Foto: Jorge Gómez Naredo

Por ejemplo, si AMLO decía “Viva México”, la gente gritaba “viva México” y cuando gritaba, alzaba su peluche de AMLO. O cuando el presidente mencionaba que nada de lo hecho se hubiera logrado sin el pueblo, muchos levantaban el libro Gracias, asintiendo lo que indicaba el mandatario.

Tener un objeto de AMLO es una forma para la gente de acercarse al presidente y de ser parte de ese proceso histórico que se denomina Cuarta Transformación. Porque la gente entiende que ella es parte de algo muy grande que está cambiando al país y se siente orgullosa de ser eso, de pertenecer, de apoyar, de contribuir a que el país destruya el pasado de corrupción, de insensibilidad gubernamental y de saqueo que experimentamos con las administraciones neoliberales.

López Obrador ha dado más de mil 400 conferencias de prensa durante su sexenio. A través de distintas plataformas (entre internet, redes sociales, televisión y radio), miles de personas las ven todos los días. Digamos que la mañanera es el programa más visto en los últimos seis años. Es parte de la cotidianidad de los mexicanos.

Las mañaneras son, además de conferencias informativas, también una escuela. Ahí miles de personas se educan con muchísimos temas que el presidente toca, desde temas relacionadas con la agenda política hasta recomendaciones de obras literarias y de canciones, reflexiones históricas y análisis de medios de comunicación.

Hace años, se decía que Televisa era una especie de Secretaría de Educación, pues sus novelas y sus programas basura influían en cómo pensaba la sociedad mexicana. Hoy, podemos estar seguros que la mañanera, a pesar de todas las críticas que recibe a diario por los opositores, es una fuente de educación para los mexicanos.

Y eso se nota en el último informe de gobierno del presidente Andrés Manuel.

Por ejemplo, cuando AMLO pronunciará una frase que ha sido muy repetida en las mañaneras, la gente la termina. Cuando mencionó el presidente “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, la gente ya conocía la frase y acompañaba a AMLO cuando la decía. Es una especie de gramática lopezobradorista, donde hay frase que, aunque cortas, representan y significan mucho para el pueblo, que las entiende, las hace suyas y forman parte de su pensar y actuar.

Por eso, cuando se hable de la Cuarta Transformación, no sólo se debe hablar de un proceso político e histórico, sino también de un proceso cultural en el pueblo de México.

Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador salió a dar su informe de gobierno, hubo una explosión de vivas y de alegría. La gente se emocionó. Y aunque había al menos nueve pantallas colocadas estratégicamente en el zócalo, lo importante era verlo directamente.

Una señora que estaba detrás de mí, cuando entre tantas sombrillas y banderas que había pudo divisar la figura de Andrés Manuel López Obrador, lo único que alcanzó a decir, toda emocionada, fue “anda bien guapo el presidente”. Un señor, cerca de donde estaba yo, gritó: “Ahí llegó mi cabecita de algodón”.

Desde que tengo uso de razón, nunca había visto que la gente se emocionara tanto con un político y que lo tratara con la emoción de un artista o un músico famoso. La gente admira al presidente y le reconoce su labor en la lucha por el bienestar del pueblo de México. Y lo expresa con emociones: ayer en el zócalo hubo muchos sentimientos. Fue, además de un acto político, un acto de querencia y de amor.

Uno de los momentos más emotivos del informe del presidente López Obrador fue cuando consultó a la gente que asistió al acto sobre si quería o no que hubiera elecciones populares de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ante la pregunta de quién debe elegir a esos juzgadores, la gente comenzó a gritar “pueblo, pueblo, pueblo”.

El sonido de miles de gargantas de gente del pueblo gritando “pueblo, pueblo, pueblo” fue un momento realmente conmovedor. Y es que, la gente está empoderada, sabe que ella influye en las decisiones que se toma y ha optado por un proyecto que coloca al pueblo como centro de toda acción.

Y sabe ese pueblo también cuáles son las batallas que está dando. Por eso, cuando el presidente habló de la Reforma Judicial, la gente, muy llena de enojo, comenzó a gritar “Fuera Piña, fuera Piña, fuera Piña”. Una plancha del zócalo llena, con miles de personas, gritando “fuera Piña, fuera Piña, fuera Piña”.

Vaya coincidencias. A esa misma hora, mientras la gente exigía en el zócalo que fuera el pueblo quien eligiera a los juzgadores del país, en el Ángel de la Independencia, la oposición vestida de estudiantes de derecho se manifestaba en las calles para exigir que el pueblo no elija a jueces, magistrados y ministros, pues considera que la gente no tiene capacidad para eso.

VII

Todos conocemos el grito “presidente, presidente, presidente”, y todos sabemos que eso se le ha gritado siempre a Andrés Manuel López Obrador.

Cuando Claudia Sheinbaum se convirtió en candidata de Morena a la presidencia de la República, se comenzó a hacer común el grito “presidenta, presidenta, presidenta”. Sin embargo, nunca se había escuchado decir al hombre al cual durante años se le gritó “presidente”, gritar “presidenta”.

Ayer, en tres ocasiones, el presidente López Obrador gritó “presidenta, presidenta, presidenta”.

La gente ayer estaba triste porque sabía que ese día sería el último que vería a Andrés Manuel López Obrador en el zócalo dar un discurso. Olía a melancolía. Sin embargo, también esa gente que estaba triste porque su presidente ya se va y no participará más en política, estaba también contenta porque el proyecto en el cual cree y milita, será encabezado por una mujer comprometida, que sabe gobernar y que siempre ha estado con las causas de los humildes.

VIII

Andrés Manuel no volverá a encabezar un mitin. Andrés Manuel se irá a Palenque y se dedicará a escribir y ya no participará en política. Andrés Manuel evitará tener contacto con la gente porque no quiere ya ser factor en la vida pública de México. Es su decisión, y esa decisión duele mucho. Pone triste. Nos hace melancólicos. Pero nos deja mucho Andrés Manuel.

Encabezó uno de los movimientos sociales más importantes en toda la historia de México y logró cambiar al país. Nos deja discursos históricos. Nos deja marchas multitudinarias. Nos deja a un país muy distinto al que teníamos en 2018. Nos deja sonrisas. Nos deja ganas de no perder nunca la esperanza. Nos deja una escuela, un proyecto y una lucha que es imposible no luchar.

Andrés Manuel nos deja ya. Se va. Quedamos como huérfanos, pero vienen tiempos buenos, porque también nos deja no sólo a una presidenta que hará un papel histórico, sino también la politización de un pueblo combativo y consciente que sabe qué es lo que quiere, y cómo lograr eso que quiere.
Andrés Manuel hizo historia, y junto a él, la hizo el pueblo.

Editor

Medio independiente de noticias relacionadas con la Cuarta Transformación de México.

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