El Frente Estudiantil Revolucionario
Por Ramón Gil Olivo
Uno de los acontecimientos más sorprendentes que se produjeron en la ciudad de Guadalajara durante la segunda mitad del siglo XX fue el surgimiento en la década de los 70’s de un movimiento guerrillero que se originó a partir de grupos de izquierda al interior de la Universidad de Guadalajara y de jóvenes provenientes de los barrios y de las colonias marginadas. Entre los primeros se encontraban los grupos de Clark, de René Delgado y de Alfredo Campaña, de las facultades de Química, Derecho, Contaduría y Filosofía y Letras. De entre los barrios, sobresalía una fuerte y activa “pandilla” conocida como Los vikingos, originaria de San Andrés, barrio situado al oriente de la ciudad y que mantenía una permanente lucha por ganar espacios dentro y fuera de las escuelas de la Universidad.
Esta combinación de fuerzas dio como resultado una organización denominada Frente Estudiantil Revolucionario (FER) cuyo proyecto de eliminar las viejas y corrompidas estructuras universitarias tuvo como respuesta una sangrienta represión, la que provocó su paso al clandestinaje y rápida evolución hacia formas de lucha guerrillera. Del FER surgieron las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP), reforzó con numerosos militantes a la Unión del Pueblo y fue el motor, al lado de otras organizaciones, de la fundación en marzo de 1973 y posterior accionar de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Todo esto provocó la represión a una escala pocas veces vista en la historia del país y particularmente de la capital jalisciense.
Aparte de los aparatos represivos conocidos, el Estado creó redes de cárceles clandestinas y grupos paramilitares que desataron el terror en Guadalajara durante el periodo conocido como el de la “guerra sucia”. Ello llevó a la muerte o desaparición forzada de incontables jóvenes y no jóvenes, pero también a la persecución de familias enteras, a su desintegración; al mismo tiempo, la mayoría de los militantes tuvieron que enfrentar la tortura, practicada con tal grado de crueldad que sólo pudo ser producto de un Estado y de una clase política envilecidas.
En contrapartida, se encuentra la conducta del Estado durante y posteriormente al conflicto, la cerrazón frente a la disidencia, la brutalidad de su proceder sustentado en la tortura y el asesinato, y luego el endurecimiento de sus políticas de control y seguridad interna, la profunda e irreversible descomposición de un sistema económico y social que alimentaría bandas de policías-delincuentes productos de la “guerra sucia”, dedicadas al robo y contrabando de autos, al secuestro y al narcotráfico.
Ya en otros escritos y ocasiones se ha hablado del origen y evolución del Frente Estudiantil Revolucionario, de cómo su confrontación contra las estructuras corrompidas de la Universidad de Guadalajara y los grupos paramilitares que las protegían dio lugar a su radicalización, a la toma del edificio de la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente, al enfrentamiento armado en la Escuela Politécnica con saldo de varios muertos y heridos, a la permanente represión policíaca, a la obligada clandestinidad de los principales cuadros del FER, a la preparación política y militar de los mismos como una acción de autodefensa.
Sin embargo, el accionar de la guerrilla en Guadalajara no fue sólo una forma de autodefensa; rápidamente surgieron proyectos de transformación social que le dieron una profunda razón de ser, que nutrieron de energía a sus militantes y los impulsó en la búsqueda de una sociedad nueva, donde no se diera la explotación del hombre por el hombre, quizás ideal, distante y mal meditados los pasos para llegar a ella, pero que a fin de cuentas llevaría a muchos al martirio, a la prisión y al exilio. Hoy, a aquella etapa, con la burguesía criolla enquistada en el poder y con los aparatos de Estado en plena descomposición, continuamos exigiendo, ya no con las armas sino con la constitución en la mano, la puesta en práctica de varios postulados básicos, cuyo respeto es imprescindible para la transición a una democracia plena:
PRIMERO: Derecho a la educación y la cultura. Todo mexicano debe de tener garantizado el acceso a la educación desde la primaria hasta la universitaria, e igualmente a todas las manifestaciones del arte y de la cultura. Una nación débil sin un pueblo educado y culto es una nación débil. Al faltar el Estado mexicano a esa responsabilidad nos ha convertido en un pueblo desprotegido, dependiente económica y tecnológicamente de potencias más desarrolladas. Su proyecto de nación se sustenta en la ignorancia del pueblo: ello permite al grupo dominante mantenerse en el poder a la vez que ofrecernos como la mano más barata del mundo. Nuestra ignorancia nos ha convertido en esclavos.
SEGUNDO: Derecho a la alimentación. El grupo dominante nos ha llevado al absurdo de ser un país rico con un pueblo hambriento. La riqueza alimenticia que poseemos, tanto en productos agrícolas como marítimos, sería más que suficiente para alimentar a todos los mexicanos. Sin embargo, esa riqueza es objeto de un saqueo despiadado por parte de potencias extranjeras con el beneplácito del grupo en el poder. Por derecho natural, la riqueza alimenticia de que dispone nuestro país debe satisfacer de manera prioritaria las necesidades alimenticias de los mexicanos.
TERCERO: Derecho a vivienda digna. Es responsabilidad del Estado garantizar a todos los mexicanos un espacio adecuado en donde vivir. Con el actual grupo en el poder ha ocurrido too lo contrario: La lucha por la vivienda se ha convertido en un sufrimiento cotidiano para gran parte de nuestros compatriotas. Caciques rurales y cacique urbanos se ha apoderado del suelo convirtiéndolo en un gran negocio.
CUARTO: Derecho al trabajo. El derecho al trabajo es innato a la condición humana. El tener un ingreso que le permita al trabajador y su familia satisfacer todas sus necesidades es una ley estipulados por la Constitución y que debe ser garantizada por el Estado y sus instituciones correspondientes. Sin embargo, los grupos dominantes se han empeñado en pisotear los derechos de los trabajadores. El desempleo ha alcanzado la cifra record de diez millones, habiendo otros tantos dedicados a la economía informal.
QUINTO: Derecho de los grupos indígenas a su autonomía. Una de las mayores injusticias que se han cometido en la historia de la humanidad ha sido el de masacrar a los habitantes originarios de este continente y arrebatarles sus tierras a los sobrevivientes. Despojados de todos sus derechos se les obligó a aprender una lengua que no era la suya y a someterse a una religión y a instituciones jurídicas extrañas. Se les impuso una explotación de bestias y se les condenó a la miseria y a la muerte por hambre. Es por ello que en estos grupos han surgido organizaciones combativas que han iniciado movilizaciones a nivel nacional en defensa de sus derechos. Apoyamos sus luchas y es preciso crear conciencia social acerca de su importancia, pues es la lucha por recuperar las raíces que nos han querido cercenar.
SEXTO: Derecho a la libertad de expresión. El intercambio de ideas entre los miembros de la sociedad es uno de los componentes que le dan vida. En su evolución, el hombre nació como tal con ese intercambio de ideas y no podría existir sin el mismo. Es por ello que éste es un derecho inalienable al hombre y a la sociedad entera. Cualquier alteración al mismo repercutirá profundamente en ella y en cada uno de sus componentes, deformándola y corrompiéndola. Sin embargo, en nuestro país la hegemonía en los medios de comunicación colectiva en manos de los grupos dominantes ha traído consigo una dictadura de la comunicación: ellos son los que deciden qué y cómo informar al pueblo. La televisión es el caso más dramático: no se utiliza para informar a la sociedad sino para manipularla. De ahí que sea imprescindible revisar las concesiones otorgadas a los grupos que explotan la radio desde 1922 y la TV desde 1950.
SEPTIMO: Derecho a la salud. El Estado tiene la obligación de ofrecer a los mexicanos servicio médico gratuito a través de instituciones altamente capacitadas y con personal eficiente y calificado. Ninguna sociedad puede funcionar correctamente con individuos enfermos en lo físico y lo psicológico. Las instituciones que actualmente posee el Estado para este tipo de servicio. Seguro Social e ISSSTE, son un engaño más para la sociedad, pues el impuesto con que grava a los sectores que supuestamente atiende convierte un servicio gratuito en un servicio equiparable al privado. ¿Qué ocurre con los enormes ingresos económicos por la venta de nuestros recursos naturales al extranjero y con la gran variedad de impuestos con que se grava a la sociedad?
OCTAVO: Derecho al deporte y la recreación. No cabe duda de que un pueblo sano es aquel que dispone –además de los derechos mencionados- de instalaciones adecuadas para ejercitarse y practicar los deportes de su predilección. El no hacerlo nos dispone al vicio, la violencia y la deformación de los lazos familiares. Es una obligación del Estado poner a disposición de los ciudadanos todos los medios posibles para que se mantengan en actividad sana y frecuente. Y es un derecho de los ciudadanos que así sea. Sin embargo, vemos cómo el deporte, cualquiera que sea, se ha convertido en una mercancía que provee de enormes ganancias a los grupos que lo controlan.
NOVENO: Derecho a pensión de ancianidad e invalidez. La sociedad no puede olvidar a quienes dieron todo su esfuerzo y vida por la sociedad misma, así como tampoco puede hacer a un lado a quienes tuvieron la desgracia de padecer algún impedimento físico. Es obligación del Estado dar protección a unos y a otros. Sin embargo, bajo la actual estructura social se les desecha como seres inservibles.
DECIMO: Derecho a la democracia. Ninguno de los derechos mencionados anteriormente puede ser puesto en marcha sin un sistema que garantice prácticas democráticas sanas e irreprochables. Esto sólo puede darse en el momento en que sean respetadas las decisiones de los individuos para elegir a sus auténticos representantes. La antidemocracia que ha prevalecido en el país es el obstáculo que impide que nuestra patria marche por sendas más prósperas que beneficien a todos los mexicanos. La democracia efectiva es el único instrumento que impedirá que un grupo minoritario de individuos se enriquezca con el esfuerzo de todos los mexicanos.
Es evidente que estos derechos no se han cumplido, sino que por el contrario se han agravado, por lo que las condiciones que propiciaron la lucha armada en los años 70 no han dejado de existir. Sin embargo, también consideramos que se han abierto los cauces para luchar por vías pacíficas para que estos postulados se cumplan.