El INE al servicio de la oligarquía
Por Erika – Sin Embargo
La estructura actual de los aparatos electorales, los congresos, los cabildos y el financiamiento a los partidos políticos, nos obliga a tirar a la basura una cantidad cercana a 50 mil millones de pesos anuales, haciendo nuestro sistema electoral el más caro del mundo, en el que se gasta un monto mayor que el que se requiere para mantener a la UNAM o a la Guardia Nacional, superior al presupuesto anual completo del Estado de Morelos, el doble del dinero que necesita en un año el Estado de Tlaxcala y 3 veces lo que se gasta el Estado de Colima.
La estructura no solo es cara, sino que tampoco funciona para proteger y desarrollar la democracia, al contrario. Su objetivo de fondo es entorpecerla, tergiversarla, así como utilizarla para privilegiar a las cúpulas de la oligarquía, al igual que a los partidos de derecha, que fueron los que la diseñaron y la impusieron desde el sexenio de Salinas de Gortari, como lo demuestran los fraudes electorales de 2006 y 2012 para presidentes, otra infinidad en gubernaturas estatales, así como elecciones municipales y hoy en el colmo de su operación facciosa, emprenden una campaña para censurar, multar e inhabilitar derechos políticos de ciudadanos comunes que se atreven a opinar en su contra.
Para terminar con este sistema perverso y extremadamente oneroso, el presidente López Obrador envió al congreso una iniciativa de reforma, que propone transformar al INE en un instrumento eficaz en el desarrollo de la democracia que hoy necesita el país en su nueva etapa, con participación directa de los ciudadanos, por medio del cual nos ahorraremos estos 50 mil millones de pesos cada año, para destinarlos a infraestructura, educación y temas sociales.
Los cambios planteados incluyen la reducción del número de diputados y senadores plurinominales, la disminución del financiamiento a los partidos políticos, la reducción del costo de las elecciones, así como la implementación de un sistema seguro y eficiente del voto electrónico, dentro y fuera del país. Se creará el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), integrado por ciudadanos postulados por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los cuales elegirá el pueblo de México de manera directa en el primer domingo de agosto.
El nuevo INEC proyecta una reducción de los consejeros del INE, de 11 a 7, elegidos por los ciudadanos y no por los partidos. La desaparición de los institutos y tribunales electorales estatales que sólo trabajan 6 meses cada 3 años cuando hay elecciones, pero cobran cada mes de manera permanente, vacacionando 30 meses de cada 36. La reducción de 128 a 96 senadores y de 500 a 300 diputados en el congreso. La reducción de diputados en los congresos locales a un máximo de 45 y mínimo de 15 con base en la población de las entidades. La disminución de integrantes de los ayuntamientos al establecer un límite máximo de hasta nueve regidores de forma proporcional a la población de cada municipio.
Eliminar el financiamiento público de partidos políticos, nacionales y locales, así como de los tiempos contratados en radio y televisión en materia electoral. En el proceso de revocación de mandato se reducirá el porcentaje de participación ciudadana que se requiere para quitar a un presidente, del 40% al 33% del padrón electoral y se creará una legislación única en materia electoral, es decir, la existencia de un solo instrumento normativo.
Esta reforma es un modelo que dará a los ciudadanos un sistema electoral seguro, que respete el voto y garantice la honradez y la legalidad. Es necesaria para lograr que ningún gobierno, ninguna empresa y ningún poder económico puedan comprar votos, ni utilizar instrumentos ilícitos para sesgar la voluntad popular.
Aunque todavía quedan algunos desorientados, la mayoría de los mexicanos ya no estamos dormidos, ni vamos a seguir permitiendo que un pequeño grupo de mafiosos manipule nuestra democracia, como lo han hecho hasta hoy, para continuar robándose lo que es nuestro. En nuestra nueva realidad nacional tenemos que reformar un sistema que ya no es útil a nadie y que nos cuesta demasiado a todos.
Como dijo el filósofo francés René Descartes: “El no ser útil a nadie es lo mismo realmente que no valer nada”.