El virus fascista me da risa
Malthus Gamba
Si vemos los mensajes que ha colocado Ricardo Salinas Pliego a últimas fechas, nos daremos cuenta de que, independientemente de que desea ejercer cierta presión político-social sobre el gobierno del presidente López Obrador, para ver si de manera forzada, obliga al SAT a condonarle, reducirle, u olvidarse de la millonaria cantidad que sus empresas deben a la Hacienda Pública, advertimos también que hay una preocupación mayor en él.
En verdad tiene miedo a que los mexicanos que hoy respaldan un movimiento democrático en el país, se enteren de que eso de la “lucha de clases” no es un postulado comunista, sino una realidad que vive el mundo desde el inicio de la actividad económica y comercial de nuestra especie.
Como ha dicho el presidente López Obrador en reiteradas ocasiones, eso de la “polarización” es un invento de la oposición, para acusar al gobierno de no respetar los privilegios de clase de aquellos que se sentían propietarios de México. Son muy pocos los integrantes de ese grupo y para que verdaderamente existan polos opuestos, se requiere forzosamente equilibrio de fuerzas. En la democracia manda la mayoría y en este momento, más del 80% de la población respalda al Movimiento de Transformación que gobierna en el país.
La polarización por tanto es inexistente. En contraparte, la lucha de clases es una realidad que lastima al proyecto neoliberal explotador, que requiere para su aplicación, de una sociedad desinformada y manipulable, que no tenga idea del papel que juegan explotados y explotadores dentro del sistema capitalista. Porque al interior de los gobiernos neoliberales, tanto políticos corruptos como traficantes de influencias, impulsan ese sistema explotador, donde los campesinos y trabajares, son considerados mano de obra utilizable y desechable, según convenga al político y al potentado.
Salinas Pliego coloca mensajes donde habla de esa lucha de clases que de ser conocida, pondrá a la vista de su plantilla laboral, las trampas, los vicios y lo ilegales que son sus contratos de trabajo. Y no es que los libros de texto hablen abiertamente sobre ese tema. Lo que atemoriza a Salinas Pliego es que los trabajadores aprendan a pensar en libertad y a razonar sobre temas que los afectan directamente. Que el trabajador y el campesino piensen, siempre se ha considerado peligroso para los intereses de los propietarios del dinero. Pensar es tener la capacidad suficiente para defender derechos, alcanzar conquistas y reclamar justicia. Y una clase reaccionaria acostumbrada a pasar por encima de la legalidad y la justicia, no puede ver con buenos ojos que la clase sometida a su servicio, comience a reclamar sus derechos.
La forma en que Salinas Pliego se opone a una educación de verdadera utilidad para las siguientes generaciones, pone de manifiesto el tipo de educación que él recibió y compartió con el resto de la “mafia del poder”. Lo hace a gritos, con insultos, bajezas y amenazas ridículas, que no provocan sino rechazo masivo por parte de una sociedad que no tiene miedo de lo que puedan hacer los viejos saqueadores del país. A sus casi 70 años de edad, Salinas Pliego amenaza con encabezar una contrarevolución que saque del gobierno a Morena y al Movimiento de Cambio, mediante una asociación “estratégica” con el grupo reaccionario que encabeza Claudio X González. “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, ha señalado en uno de sus mensajes.
La postura de Ricardo Salinas es ridícula. Atemorizar al gobierno del presidente López Obrador, u obligarlo mediante el despliegue del poder mediático que le queda a los desinformadores de la derecha, no ha funcionado hasta el día de hoy. Y vaya si lo han intentado otros poderosos traficantes de influencias, como Germán Larrea, José Antonio Fernández Carvajal, los mismos Claudios X González, padre e hijo, Alonso Ancira, o Alejandro Ramírez Magaña, de Cinépolis. Una campaña más en medios, solo provoca la risa del presidente. En cuanto a la presión política, en realidad es poco lo que le queda al grupo conservador, que con seguridad perderá por amplio margen la elección del 2024, tanto en la presidencia, como en el Congreso de la Unión.
Viendo a los fascistas de otras naciones, que son una mezcla de políticos y bufones, no es de extrañar asistir al espectáculo que protagoniza Salinas Pliego, en un “reality show” que en verdad da pena ajena.
La educación de los niños no le interesa. Lo que importa es no pagar impuestos, porque eso significaría reconocer que es un ciudadano sin privilegios. Lo importante es que sus trabajadores y los hijos de sus trabajadores, mantengan una visión estrecha de la realidad, donde la defensa de sus derechos no se convierta en práctica masiva. Lo importante es “pulverizar” con insultos, vulgaridades, clasismo y bajezas, a quienes vayan en contra de su proyecto financiero, que por cierto va en caída libre. Si para conservar esos privilegios tiene que insultar a una mujer, acosando, ridiculizando su imagen y siendo un barbaján en redes sociales con los mensajes que escribe en su contra, se hace sin el menor sentido de la dignidad perdida, al asumir un comportamiento tan reprobable. El “virus fascista” se muestra en la persona de Salinas Pliego.
Hoy que vemos a Javier Milei ganar en Argentina el proceso primero que antecede a las elecciones presidenciales de octubre próximo, nos damos cuenta de que todo fascista es un potencial payaso al estilo de Brozo. Muy vulgar, mentiroso, escandaloso y “macho”.
Estas figuras políticas, no representan un cambio real en beneficio del conservadurismo. Son en realidad los coletazos finales del neoliberalismo. Los últimos exponentes de una clase político-empresarial que no encuentra más vía para mantener algo de presencia y control social. Son los últimos bufones que se saca de la manga el imperio norteamericano, que financia el nuevo “reality”, donde de manera abierta, se promete vender (“privatizar en bien de la libertad”, le dicen ellos), los recursos naturales que le quedan a cada país que entra al juego.
Estado Unidos anda en busca de Litio, Uranio, Oro, Petróleo, Gas y otras riquezas que le resultan indispensables para mantenerse como potencia mundial y estos bufones locales prometen entregar todo lo demandado, a muy “bajo precio”.
Ricardo Salinas Pliego es el Javier Milei mexicana. O el Santiago Abascal español. Para el caso es lo mismo.
Nada más que en México choca de frente con una sociedad despierta que de ninguna manera permitirá que él y los demás fascistas como él, retomen el poder político en el país en 2024.
Su reality show fascista provoca risa, pero no preocupa, ni importa a nadie, fuera de su círculo de incondicionales.