Archivo Histórico

Este 24 de diciembre se cumplen 51 años de la muerte de Pedro Orozco Guzmán

Integrante del buró militar de la Liga Comunista 23 de septiembre, cae herido y es detenido el 24 de diciembre de 1973, finalmente asesinado y torturado por miembros de la DFS y militares. Él como muchos compañeros, fueron torturados, encarcelados y perseguidos por ejercer su derecho a rebelarse en contra de los gobiernos represores y por las injusticias prevalecientes en nuestro país. Este periodo conocido como el de la “guerra sucia”, llevó a la muerte y desaparición forzada de incontables jóvenes y no tan jóvenes, pero también a la persecución de familias enteras, a su desintegración y al mismo tiempo la mayoría de los militantes tuvieron que enfrentar la tortura practicada con tal grado de crueldad que sólo pudo ser producto de un estado y de una clase política envilecidas.

El objetivo de esta lucha tenía como propósito fundamental una transformación social que le dieron una profunda razón de ser a estos movimientos de rebeldía, propósitos que nutrieron de energía a sus militantes y los impulsó en la búsqueda de una sociedad nueva, donde no se diera la explotación del hombre por el hombre. La vida, participación y lucha de Pedro “Camilo” se ha dado a conocer durante eventos en su distintos aniversarios, también sobre quién fue y cómo se integró a la lucha estudiantil y armada en varios escritos, sin embargo, es importante conocer el contexto y las motivaciones por las cuales muchos jóvenes a lo largo y ancho del país asumieron el compromiso de luchar por cambios de trascendencia histórica, y esa parte de la historia la relata Juan Antonio Castañeda en sus reflexiones que retratan el ambiente que nos tocó vivir y que lo tituló: Lugares de la memoria de la llamada “Guerra Sucia”.

LUGARES DE LA MEMORIA DE LA LLAMADA GUERRA SUCIA

Juan Antonio Castañeda Arellano

Somos los vencidos temporales

de un injusto destino.

¡Amanecerá!   March Bloch

Guadalajara, Jalisco. Abril de 2004

El relato presente no constituye una narración ordenada. Ofrezco unas cuantas reflexiones, no una declaración de principios, ni un catecismo. Se trata más bien de fragmentos, flechazos, ideas sueltas casualmente recordados. Forman parte de un todo existente en el pasado con los que no sé qué hacer. Destellos de reflexión, recuerdos truncados, deshilvanados, testimonio del tiempo pasado y pesado y que pesa en la conciencia, huellas de búsqueda, intentos humanos, como señales. Ya sabemos, tan importante como lo que se recuerda es lo que se olvida. A mí se me han olvidado muchas cosas.

En fin, quiero trazar en estas cuatro o cinco páginas el rumbo de un viaje que tiene a la memoria como puerto. He mirado hacia atrás para seguir adelante. Comprender, recordar es una tarea ardua y angustiosa. Pero me hace sentir vivo. Algunos de nosotros ya tienen cerca de cincuenta años, y más de cincuenta otros; más otros hace mucho que no son más que un puñado de huesos… tal vez las palabras son nuestra única juventud.

Vivimos el recuerdo y el recuerdo arrastra olvido, sobre todo en estos tiempos en que los grandes horizontes ya no existen o los hemos dejado atrás, los horizontes conocidos se han perdido de vista, Pero insistimos: Sólo una cosa no hay, el olvido, o no debería de haberlo… vivir eternamente en esa dolorosa memoria. Pero, tener memoria, eso no significa o quiere decir que uno tiene que andar todo el tiempo cargado de culpas, pero sí que uno tiene que estar consciente de su pasado… No podemos vivir obsesionados con el pasado. Tenemos que mirar hacia delante con la memoria y con la saludable incertidumbre. La vida nos va encerrando en un mundo que siempre será pequeño en comparación con nuestros sueños, nuestras esperanzas y nuestros deseos.

Sentir nostalgia es una forma elegante de reconocer que los tiempos han cambiado y no han cambiado al mismo tiempo, y que la realidad nos derrota más allá del discurso optimista que mira casi como compasión (cuando no con desdén) que alguien sienta nostalgia. No se trata de conservar el pasado, sino de realizar sus esperanzas

Recuerdo como termina magistralmente el libro pequeño, Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco: (me voy a permitir tomar algunas palabras, parafraseándolo) Qué antigua, que remota, que terrible esa historia, que imposible esa vida. Pero existió Paty Rodríguez, el hermano del Juanjo, existió Camilo, El Clark, el Ful, El niño, Héctor Eladio, Luis Alonso González, existieron cuanto me lo he repetido después de tanto tiempo de rehusarme a enfrentarlo. Nunca sabré si el suicidio de Luis fue cierto. Jamás volví a ver a ninguno de ellos ni a nadie de aquella época durante bastantes años. Demolieron sus vidas, demolieron sus proyectos, derrumbaron sus familias. Se acabo aquel tiempo. Terminó aquel país sin haber terminado. No hay memoria del México de aquellos años desesperados y esperanzados. Ilusiones rotas, deseos reprimidos. Y a casi nadie le importa: de ese horror quien puede tener nostalgia. A la mierda la nostalgia.

 Todo pasó como pasan los discos en la sinfonola. Nunca sabré, sabremos, si aún viven sus hijos si tuvieron hijos. Si vivieran tendrían aproximadamente unos 25 o 30 años.

Las ideas se hallan transidas de naturaleza, su temblor y misterio proyectan con notable intensidad la representación de compañeros enteros sumidos en el torrente existencial, combatiendo en la contradictoria realidad de la vida. Sólo hay palabras sin retorno, todo es ahora nebuloso, vagando entre premoniciones. Avanzamos hacia donde nada acontece, ni te llaman ni te esperan. Ya no hay nada que soñar, tal vez ya no queda ni la esperanza póstuma del sueño. Y la palabra que era, al fin y al cabo, la memoria de las cosas, “pasa” como todo el mundo pasa: sin dejar rastro alguno. Salvo la cicatriz.

En primer lugar, debemos tener muy claro que el pasado de las víctimas de la guerra sucia forma parte del presente. La realidad no es sólo lo que ha llegado a ser, lo presente. De la realidad forma parte toda una historia oculta, casi siempre dolorosa, que ha quedado en el camino. El filósofo Teodoro Adorno expresó con osadía esta valoración del pasado diciendo que “el sufrimiento es la condición de toda verdad”. Es decir, si queremos conocer la realidad de nuestro país y de nosotros mismos tenemos que escuchar esa historia oculta llena de pequeña y grande gente desaparecida, asesinada, ignorada o abandonada a su suerte, pero sobre cuyo sacrificio está construido el bienestar. En esos lugares de la memoria nos esperan muchas facturas pendientes. Recordar el pasado doloroso es reconocer la vigencia de la injusticia causada a los desaparecidos, torturados y asesinados, de ahí que la actitud de quien recuerda es la de quien escucha con atención al otro.

Les confieso que yo nunca milité en el Partido Comunista, no compartía sus optimismos, la dictadura del proletariado, su visión mesiánica y la felicidad por decreto o algo así. Para muchos de esos tiempos era una izquierda decolorada, reformista y verbalista. Posiblemente no haya cambiado en nada o casi nada. Inicié por aquellos tiempos leyendo por curiosidad la revista Política y el semanario Siempre, me empezaron a gustar, a llamar la atención lo que decían algunos escritores, recuerdo a Rico Galán que lo calificaban como trotskista. Hablaba de la lucha heroica del Arturo Gámez y la muerte de casi todos los participantes en la fracasada toma del cuartel Madera el 23 de septiembre del 65 en Chihuahua, las luchas de los maestros, los médicos en la década del 60; movimientos reivindicatorios por los derechos del gremio políticos y sociales que se habían dado. Me dolía, me daba rabia lo ocurrido. Estuve al tanto con   lo que ocurría en relación al movimiento estudiantil popular del 68, entre otras luchas de esos tiempos… Así fue mi primera incursión en la lectura de esos acontecimientos, todos ellos reprimidos por los diferentes regímenes que asesinaron esos levantamientos. Un pequeño círculo de amigos comentábamos sobre ello, hacíamos nuestros análisis sobre las condiciones objetivas y subjetivas y encontrábamos que estaban dadas en nuestro país. Las conclusiones eran obvias, no había salida, la lucha armada era la alternativa única que teníamos.

Yo había leído el libro Con las armas en la mano del sacerdote colombiano que había dejado la sotana y se incorporaba al Ejército de Liberación Nacional: Camilo Torres Restrepo. Los Tupamaros, Actas tupamaras del MLN del Uruguay, un documento de Marigella el brasileño; todas esas lecturas eran las herramientas con las que contaba. Las pasábamos de mano en mano en el pequeño círculo de lectores preocupados e inquietos por lo que ocurría. Con ese escaso bagaje teórico e informativo entramos en el movimiento estudiantil que posteriormente se constituyó como el F E R, un frente amplio, plural lleno de jóvenes fundamentalmente, entusiasmados honestos, alegres y esperanzados, sin teoría, sin una formación sólida, sólo con coraje. Sólo queríamos luchar por la democracia y la justicia a secas.

Al calor de la lucha estudiantil se constituyeron brigadas contra la mafia fegista apoyada por el gobierno, y del 70 al 72 nos hicimos muchos, éramos casi invencibles, así nos sentíamos, pintábamos las consignas del Frente Estudiantil Revolucionario por todos los rumbos, amanecía la ciudad con sus colonias llenas de pintas en bardas y en el trasporte urbano. Algunos ya estaban armados y se preparaban para la lucha que enfrentábamos con el grupo que controlaba la U de G. Otros, en vías de hacerlo… Dispuestos a todo. Éramos de ese tiempo y (un poco al azar) en pláticas dispersas nos fuimos relacionando así se creó el FRAP que dirigían los hermanos Campaña López, con ellos realizamos algunas tareas conjuntas con la Unión del pueblo a través de Héctor Eladio Hernández Castillo y ya de repente pertenecimos a una organización nacional: la Liga Comunista 23 de septiembre.

Teníamos en cuenta que no siempre lo legal es justo y no siempre lo justo es legal. Para nosotros estaba claro que mientras manden los de siempre y como siempre, cualquier oferta es engaño y toda promesa presagia traición… Queríamos construir una nación para el presente, no para otra época y otro tiempo. Sabíamos que la palabra en cualquier idioma más llena de esperanza es revolución y la más peligrosa también es Revolución. Hoy sabemos que de todas las mentiras que nos contó el comunismo había una que era verdad: el capitalismo es peor.

En ese contexto, nunca uno sabe del todo de dónde llegan los madrazos que nos va poniendo la vida, nomás los íbamos sorteando como bien podíamos… arañando la gloria todo el tiempo, cargados y cagados muchas veces de miedo. Mi militancia en La liga fue corta, no realicé actos que podrían ser importantes, no estuve preso en el campo militar, ni salí en la página de ningún periódico, participé hasta mediados de 1975.

 Un buen día fui citado a las cinco de la tarde en el panteón nuevo. Ahí se me comunicó que la dirección política había decidido que yo era uno de tres compañeros de Guadalajara indicados y preparados para ir Guerrero a incorporarme con Lucio en el Partido de los Pobres. Les pedí unos días para pensarlo. Intuía que yo no tenía nada que hacer ahí, que mi espacio natural estaba en esta zona donde conocía y me movía con relativa facilidad y me parecía que las tareas, los contactos y las relaciones estaban creciendo y yo cumplía un papel más o menos importante. Así que, desobedecí ir a la sierra de Guerrero, se me marginó de las tareas y reuniones, de las citas y tareas, quedé sin amigos, sin compañeros y con una sensación de intranquilidad y de culpa por no haber aceptado.

Es muy probable que el haberme negado a ir, me mantenga vivo o sobreviviendo. Ya sin contactos y desligado de la Liga, entrando el año 1976, a finales de enero un comando rescato a varios compañeros que se encontraban presos en el penal de oblatos, entre ellos recuerdo a el tenebras, al Villela y no se quien más. Dos días después, siendo un poco pasadas las 8:00 horas de la mañana, llego la brigada blanca a Gómez Farias y la 56, que es donde vivía. Me golpearon, me. secuestraron por unos días en una llamada casa de seguridad, me torturaron, amenazaron sólo unos días negros y oscuros, degradantes y humillantes, sin ver, sólo oír y sentir. Por unos minutos me quitaron la venda de los ojos, pero amarrado de las manos, tuve el horror de verle la cara, conocer al asesino Miguel Nazar Haro en persona e interrogándome y amenazándome me preguntó principalmente por el Ful, que era mi primo.  Desde entonces, guarde silencio, no quería saber nada, olvidar todo, con pesadillas y sobresaltos permanentes durante varios años, y hasta hace apenas aproximadamente un año que empiezo a contar mi corta estancia en la lucha armada.

 En lo que respecta a mí, yo coincido con el FZLN. Me parece que es un frente amplio en el que todos caben, un movimiento social que no busca el poder. En el cual coincidiríamos en mucho. ¿Quién sabe?

También hay que señalar que algunos compañeros, lo que dicen, lo que escuchamos de ellos, son ideas sin evolución, creo que tienen mucha razón porque están equivocados, es decir, tienen la razón de hace más de treinta años, por ello están equivocados. Está claro que venimos del mismo campo y nos unen parecidas decepciones y esperanzas. Pero eso no significa que tengamos las mismas perspectivas. Las diferencias a veces son profundas y, en algunos casos, irreconciliables. Me agradan las coincidencias y me resigno a las divergencias. Unas y otras son inevitables.

Ahora bien, si se trata de propuestas, yo percibo ante una situación así, tres posibles ““opciones” que coinciden con un pensamiento casi fúnebre:

Una: vivir en el furor, la soledad y la amargura

Dos: acostumbrarse, es decir, resignarse, conformarse a la situación actual.

Tres: tirar madrazos a lo cabrón por todos lados.

Las tres, son alternativas de muerte, ninguna sirve… ¿Qué hacer?

La lucha continuo, en ese tiempo se inicia la  lucha legal para la defensa  de los compañeros presos  en el penal de oblatos que estaban recluidos en celdas de castigo en condiciones infra humanas, por tal motivo, se constituye el comité de defensa legal de los presos  políticos que lo conforman Don  Luciano Rentería y el Lic. José  Enrique Velázquez Martin con el apoyo decidido de las madres de los recluidos; es importante señalar que esta iniciativa tubo sus logros, se mejoraron las condiciones de los compañeros presos, así mismo, destacar que fue el primer comité  de defensa de presos y perseguidos políticos.

Hoy continuamos exigiendo, ya no con las armas sino con la constitución en la mano, la puesta en práctica de varios postulados básicos, cuyo respeto es imprescindible para la transición a una democracia plena, Sin embargo, también consideramos que se han abierto los cauces para luchar por vías pacíficas para que estos postulados se cumplan y seguir impulsando las trasformaciones de las estructuraras económicas, políticas y sociales prevalecientes.

EN LA ACTUALIDAD….

Iniciativas para el esclarecimiento histórico

Hoy a mas de 50 años se presenta una esperanza de que se haga justicia y se reconozca que nuestra rebeldía tenia y tiene hoy el derecho a reclamar su contribución a los cambios que están en curso en nuestro país. Por tal motivo recibimos con interés y beneplácito el decreto expedido por el ejecutivo federal que en su plan presidencial plantea la búsqueda de la verdad, la memoria y el impuso a la justicia que se expresa en los antecedentes y en exposición de motivos que trascribimos en este 49 aniversario de la muerte de Pedro Orozco Guzmán y honrar la memoria de todos y todas las víctimas de la “guerra sucia “y especialmente a los compañeros que se nos adelantaron sin que se les hiciera justicia.

Antecedentes “Nuestra historia reciente está marcada por las luchas por la democracia y la justicia social. Pero también, por las violencias de Estado contra las exigencias y experiencias democráticas en distintas partes del país: el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971, quedaron en nuestra memoria para dar testimonio de esas violencias, y junto a ellas la represión al movimiento cívico en Guerrero, a los ayuntamientos populares y organizaciones campesinas en Oaxaca, la represión a las luchas por la tierra en Morelos y Chihuahua, a los movimientos estudiantiles en Michoacán, Nuevo León o Sinaloa, entre decenas más de experiencias de luchas por la transformación democrática.

Ante la insurgencia social que se manifestó con especial fuerza durante las décadas de 1960 y 1980, el Estado desplegó una violencia contrainsurgente: estigmatización social de la protesta, detenciones arbitrarias, prisión política, tortura, desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales y masacres, fueron para muchos movimientos la respuesta del Estado a sus demandas. Como en otras partes de Latinoamérica, esa violencia allanó el camino al modelo neoliberal económico y de gobierno. Se pondrá especial énfasis en la desaparición forzada al ser una de las graves violaciones a derechos humanos que ha lacerado la historia de varios países sin que se hayan podido esclarecer el paradero y los hechos. Administraciones pasadas no quisieron ver de frente esta parte de nuestra historia reciente, ni asumieron públicamente la deuda social que la violencia dejó. Durante muchos años, las graves violaciones a derechos humanos cometidas entre las décadas de 1960 y 1980 en el marco de la política de contrainsurgencia, fueron sistemáticamente negadas. A las víctimas, sobrevivientes y familiares de víctimas no sólo les fue negado el acceso a la justicia por los crímenes cometidos en su contra, también les fue negado el reconocimiento de sus memorias y de sus historias, sometidas al olvido y la estigmatización institucional.

Frente a ello, las agrupaciones de familiares de víctimas continuaron su reclamo de justicia y reconocimiento, por sus familiares desaparecidos y por la libertad de los procesos políticos, cuestionando las acciones gubernamentales que lejos de garantizar la memoria, la verdad y la justicia para las víctimas, pretendieron comprar silencios o abiertamente reprimirlos.

Administraciones pasadas diseñaron iniciativas que, sin garantizar el acceso a la verdad ni construir memoria pública, quisieron apresurar el cierre del pasado reciente, sin integrarlo a nuestra historia, sólo clausurarlo como si nunca hubiera existido.

Con el pasado reciente a cuestas, sumado al agravamiento de las desigualdades sociales por el modelo neoliberal, una nueva estrategia estatal desató mayor violencia a lo largo y ancho de nuestro país. La magnitud de la catástrofe creada por esa estrategia de la llamada “guerra contra el narcotráfico” obligó a crear instituciones que atendieran a sus víctimas, sin atender el pasado reciente y sin poner un alto a la catástrofe del presente.

El gobierno de la Cuarta Transformación ha asumido, como la herencia más dolorosa, las consecuencias de violencia acumuladas y se ha abocado a mejorar y fortalecer los mecanismos institucionales de atención a las víctimas de la violencia de la última década. Pero no ha dejado la deuda histórica a un lado.

Asumiendo nuestra historia reciente, la actual administración reconoce el largo camino de las familiares y sobrevivientes, y la necesidad de construir una política de reparación que tenga en su corazón las reivindicaciones de memoria, justicia y verdad, como un paso imprescindible en el proceso de construcción democrática.

Las acciones que ha emprendido el gobierno no buscan comprar silencios ni construir olvidos, como sucedió en las administraciones anteriores. La política de memoria y verdad, con acciones de reparación y el impulso a la justicia, se construye con base en investigación social e histórica, con criterios integrales, su diseño e implementación se coordina con las organizaciones históricas de víctimas de la represión, y se acompaña de un equipo independiente de investigadoras e investigadores reconocidos nacional e internacionalmente.

Asumida como una tarea del Estado mexicano, y de la administración pública federal en particular, la Subsecretaria de Derechos Humanos, Población y Migración, a través de su Dirección General de Estrategias para la Atención de Derechos Humanos, ha llevado a cabo diversas reuniones con colectivos de familiares de víctimas y sobrevivientes de la contrainsurgencia.

En seguimiento a esas reuniones, el 10 de junio de 2021 se realizó un encuentro privado entre el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y representantes de los colectivos, en donde fueron asumidos diversos compromisos en materia de verdad, memoria y justicia.

En cumplimiento a los compromisos alcanzados en dicho encuentro, se presentan a continuación las iniciativas para el esclarecimiento histórico, la búsqueda de personas desaparecidas de manera forzada, la reparación integral del daño, el impulso a la justicia y la no repetición de las violaciones graves a derechos humanos cometidas por el Estado mexicano entre los años de 1965 y 1990.

Si bien han existido esfuerzos importantes por esclarecer los hechos ocurridos durante el periodo histórico de violencia política de Estado entras las décadas de 1960 y 1980, marcadas por la contrainsurgencia y las graves violaciones a derechos humanos, han sido insuficientes para establecer un relato oficial de los hechos. Desde el programa de presuntos desaparecidos de Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), los esfuerzos sólo se enfocaron en la documentación de las personas desaparecidas y posteriormente en la búsqueda. El esfuerzo de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) que es a la fecha el esfuerzo más ambicioso en busca de la verdad, propio de la política de ese momento, quedó como un esfuerzo trunco, sin reconocimiento del Estado, y sin avances reales en los procesos de judicialización.

Estas experiencias insuficientes o truncadas no sólo evidencian la clara omisión del Estado Mexicano, sino que ha marcado la imposibilidad de todo el país d

Editor

Medio independiente de noticias relacionadas con la Cuarta Transformación de México.

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