Por Erika González
Para cualquiera que dude que la transformación de la vida pública en México se está llevando a cabo con gran profundidad, sólo hay que recomendarle observar el cambio que la mismísima oposición ha experimentado muy a su pesar.
Aunque su esencia sigue siendo la misma de siempre, preocupada sólo por privilegios y caprichos, su apariencia se ha transformado completamente. Hoy ya no vemos políticos de oposición acartonados, correctos y apretados como corchos, pronunciando discursos de terciopelo que no dicen nada, satisfechos y sobrados mientras se llenan los bolsillos con dinero mal habido, burlándose silenciosamente de los ciudadanos.
Lo que vemos hoy en la oposición son personajes vulgares, desesperados, profiriendo insultos, ataques sin fundamento, mentiras pronunciadas con estridencia para que el volumen de su voz las intente hacer pasar por verdades, enfundados en trajecitos caros que no van con su lenguaje de cantina, ceños fruncidos, malestar evidente, berrinches infantiloides y discursos incoherentes que describen una realidad que ya no existe.
Mientras el resto del país cambia rápidamente y la transparencia pone en evidencia la verdadera naturaleza de todos, en el terreno de la sucesión presidencial se destapan año y medio antes de lo esperado los precandidatos de la izquierda sin ninguna cortapisa, se comienzan a conocer los resultados del trabajo que han realizado en estos primeros 4 años de la transformación, como tarjeta de presentación para motivar la preferencia ciudadana.
Al tiempo que los miembros de la oposición desorientada, no atinan a ponerse de acuerdo sobre una estrategia efectiva para intentar recuperar el poder sobre el dinero ajeno del que disponían como si fuera propio, hundiéndose en su enésimo fracaso pues su ambición personal no es congruente con el interés colectivo. Por su parte nuestro mandatario les da otro empujoncito para que terminen de demostrar sus personalidades decadentes, anacrónicas y lamentables.
Así inesperadamente el presidente presentó una lista de 42 nombres con personajes de la oposición que en su opinión podrían competir para ser candidatos, incluyendo algunos de los títeres rentados para hacer el trabajo sucio, como infiriendo que si Zelensky puede ser presidente de Ucrania, no hay razón para que Chumel Torres, Carlos Loret o Dennise Dresser no puedan serlo en México.
El asombro que provocó esta lista en la oposición generó toda clase de reacciones en los nominados, empezando una inmediata autopromoción de parte de una senadora psicópata que por la noche ya tenía una encuesta como ganadora de la presidencia, pasando por la indignación de otras dos que criticaron la publicación de la lista, más por costumbre de denostar lo que haga el presidente que por dignidad, para después descalificarse sabiéndose ineptas para desempeñar el cargo, pero apuntándose a la candidatura del gobierno de la ciudad, comenzando una pelea entre ellas.
De los priistas nominados, cinco manifestaron su interés por competir y uno que no fue incluido también. Los emecistas reaccionaron en forma mixta con Alfaro criticando al mandatario y García apuntándose para ser el primer presidente del Norte, sobrándole deseos y faltándole aprender historia. Y así iremos viendo cómo se desarrollan los juegos del hambre entre todas estas fichas, que difícilmente cederán terreno en beneficio de sus partidos, sus alianzas o sus intereses comunes porque para ellos el único interés común que hay es el de cada quién.
Lo que sí está claro, es que la pericia política del presidente le llenó de piedras el camino a Claudio X González, en su intención por integrar un frente común con individuos egocéntricos, sin empatía y sin escrúpulos que ya se sienten candidatos, cuando la labor ya era bastante complicada sin que este factor de desunión potencial flotara en el ambiente.
Como dice el refrán: “Pescar con caña requiere paciencia y maña”.
