La derecha sin capital político
Por José García Sánchez
@Josangasa3
En los últimos cinco años la derecha en México perdió más del 90 por ciento de su capital político. En el caso de la derecha visible, que es el PAN; la permanencia prolongada de Marko Cortés al frente, le ha hecho mucho daño.
Esa extensión de mandato le beneficia sólo a Santiago Creel pero perjudica al resto del panismo. Lo mismo sucede con el PRI, que tiene en su líder a su principal enemigo en materia electoral, y los incondicionales quieren empujarlo, incluso, a la candidatura a la Presidencia de la República, poniendo en riesgo su registro a nivel nacional.
La necesidad del voto forzó a la oposición a convertirse en una franja electorera de derecha abiertamente, partidos como el PRI y el PRD nunca lo hubieran aceptado de no ver el peligro no sólo de la derrota sino la inminente pérdida de su registro, que sigue amenazado.
Dos de los tres partidos que conforman la alianza tuvieron todo el poder, ahora son su propia comparsa, el deterioro de sus formas de hacer política por separado y el desgaste posterior al unirse reducen considerablemente ese capital político del que poseían el 100 por ciento y ahora, por decisión propia, redujeron al 33 por ciento, con el propósito de mantenerlo y obtener el poder. Todo resultó al revés.
Los números de las elecciones son sólo una metáfora que muestra la pérdida de presencia entre los mexicanos. Puede ser mayor el número, estar más cerca del ganador en las urnas, tener comicios reñidos, pero lo único cierto es que cualquier triunfo, cualquier voto sólo vale la tercera parte de lo que antes significaba.
La alianza opositora tiene más apoyo del extranjero que de los mexicanos y de esta dependencia económica se nutre para tomar por asalto espacios en los medios de información desde donde no sólo se niega su decadencia evidente sino que se impulsa la idea de que nunca pierde la derecha, que va ganando y que puede ganar en las próximas elecciones.
Aquí no se trata de recuperación en el futuro, ni de falta de preparación ni con capacitación puede resarcir su poderío, se trata de una agonía que anuncia una muerte inevitable. No hay futuro para la derecha en el ámbito electoral. Y ese es el peligro, porque las oligarquías que gobernaron a través de títeres que preservaban sus intereses, no se van a quedar cruzados de brazos.
El aparato electoral de la derecha, incluyendo a Movimiento Ciudadano está desgastado, sin cuadros, carece de líderes, no tiene candidatos. El silencio de este partido que debió servir para reactivarse, para crear una retira estratégica para renovarse, sobre todo su añejo discurso al estilo del PRI de los 50, sólo sirvió para confirmar su anacronismo político y su vinculación con una derecha acostumbrada a servirse de los políticos.
El país cambió y la derecha no se dio cuenta, entretenida en su nostalgia por el pasado hasta el presente se le fugó de una percepción acostumbrada a sólo una realidad, un estilo de vida, una sociedad estancada, una economía en crisis permanente, una sociedad pasiva, sólo en esos escenarios puede actuar la derecha, saben que es en la crisis generalizada, o, por lo menos en la idea de que existe, se fortalecen como única opción política, los ejemplos de Italia, Francia, Alemania, España, así lo definen pero como el subsidio de la derecha mexicana viene de otros países, no advierten que la idiosincrasia de los mexicanos es diferente.