Mejía Berdeja: Plan de seguridad pega a todos los cárteles
Contundente, pero sin estridencias, el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía Berdeja, advierte: “Por primera vez en la historia del país, un gobierno somete su estrategia de seguridad al Poder Legislativo”, y niega pasividad en la persecución del delito: “Hay de mil 200 a mil 300 detenidos todos los días, pero no hemos querido teatralizar la política de seguridad”.
–El dicho de “abrazos, no balazos” se ha prestado a confusión y se usa para debilitar la estrategia, ¿está de acuerdo?
–Se ha querido caricaturizar o tergiversar el ideal del Presidente, aunque en el fondo todos saben que la intención es construir una sociedad más fraterna en la que la violencia se vaya reduciendo paulatinamente. Como bien ha dicho la secretaria Rosa Icela Rodríguez, “abrazos, no balazos” no significa estar cruzado de brazos.
El mejor ejemplo es Aguililla, en Michoacán, que ya se recuperó y la gente hoy vive con normalidad. ¿A qué hubiéramos llegado con la estrategia calderonista? A una masacre, además, una masacre estéril. No hay grupo delictivo en el país que no haya tenido afectaciones importantes tanto en su economía como en su armamento y en la movilidad de la droga que maneja.
Mejía Berdeja toca ahora el tema de la Guardia Nacional y la permanencia de las fuerzas armadas en el combate al crimen.
–Me parece de una enorme hipocresía que haya actores políticos o gubernamentales que por un lado renieguen del Ejército y de nuestras fuerzas armadas y, por el otro lado, pidan –cuando no imploran– que esa fuerzas vayan a actuar en sus lugares en materia de seguridad.
En la actualidad, no hay fuerza estatal que tenga la capacidad para mantener la seguridad en su entidad. No es suficiente. En la mayoría de los estados es mayor la fuerza federal que la local, y es clave la fuerza federal. Hablamos del Ejército en las entidades que no son costeras, también de los estados costeros donde hay presencia muy importante de la Marina, y además la coordinación con la Secretaría de Seguridad con las mesas de paz.
Ellos (los gobiernos estatales) requieren forzosamente de la Guardia Nacional, por eso nos extraña que cuando se trata de apoyar decisiones legales o constitucionales, haya regateo partidista”.
–Bueno, pero si las fuerzas armadas no reprimen, ¿de qué sirve seguir armando al Ejército?
–Es muy importante la construcción de la paz, es decir, no solamente contar con una fuerza de seguridad, con inteligencia, con programas sociales, sino también con programas de prevención del delito, ese es un reto porque se trata de recuperar a nuestra juventud y evitar que caiga en manos del crimen o que ellos mismos sean parte del crimen.
Tener a las fuerzas armadas en las calles es importante porque son una fuerza disuasiva, que sirva para que el Estado mexicano tenga una implantación territorial.
Advierte que los vacíos que deja la ausencia de las fuerzas armadas en las calles son ocupados por los miembros del crimen organizado.
Me refiero a que la Policía Federal nunca tuvo una presencia nacional. Era una fuerza de reacción. No tenían cuarteles ni se desplegaban como lo hace hoy la Guardia Nacional a lo largo del país. Eso significaba que cuando había un problema en Michoacán, mandaban a los federales, o en Guerrero, dependiendo del problema, se quedaban a vivir en los hoteles, y hasta quedaban a deber. Era una vergüenza para la propia institución. Ahora se trata de que estén en todo el país, que haya una fuerza que tenga capacitación, que tenga armamento legítimamente para evitar el crecimiento del crimen organizado y que se aprovechen de los vacíos que crea la ausencia de la fuerza del gobierno.
–Si los gobiernos estatales no tienen el control sobre las fuerzas armadas que trabajan en sus territorios, ¿no se les cercena un tanto su poder?
–No lo veo así, porque en el esquema de la estrategia de seguridad hay mesas de trabajo que presiden los gobernadores, en las que se fija la estrategia; de ahí que el discurso de la militarización –entre comillas– se desacredite, porque además eso no significa que los gobiernos no cuenten con las policías estatales que sí dependen totalmente de ellos. Ningún gobernador, ningún presidente municipal, puede claudicar de su responsabilidad en la seguridad.
–Pero, ¿seguimos en guerra contra el narco?
–Ya no hay guerra contra el narcotráfico. Lo que hay es una política de seguridad que combate actividades delictivas con base en la ley, y no se puede confundir al Estado con la delincuencia organizada, porque ellos matan y cometen ilícitos. El Estado no puede hacer lo mismo para someterla.
–Y los programas sociales, ¿qué importancia tienen en esta lucha?
–Es muy importante, porque en una primera etapa es fundamental para contener e impedir que siga creciendo, pero te puedo decir que a mediano plazo va a ser fundamental para estabilizar los niveles de descenso de la criminalidad.