Memoria y resistencia: La historia de la guerrilla en México
El 8 de noviembre de 1972 el vuelo 705 de Mexicana de Aviación proveniente de Monterrey, Nuevo León con destino a la Ciudad de México, es secuestrado por un comando de la Liga de los Comunistas Armados. German Segovia Escobedo, Ricardo Rodríguez Moya, Víctor Huerta García y Jesús Martínez abordarían el avión en el cual, sin saberlo, también viajan políticos y empresarios como Eugenio Garza Botello, Dionisio Garza Sada, Francisco Garza González, integrantes del Grupo Alga, Graciano Bortoni, Pedro Quintanilla Coffin, políticos ligados a Alfonso Martínez Domínguez; los funcionarios estadounidenses Wesley Parsons y Steve Evans, así como Ana María y Francisco Farías Mackey, hijos del gobernador de Nuevo león Luís Marcelino Farías.
Quince minutos después de haber emprendido vuelo, Germán Segovia se dirige a la cabina del avión en donde rápidamente amaga a los pilotos y les ordena regresar el avión a Monterrey o de lo contrario harían estallar una bomba que portaba en un maletín. Por su parte, los otros integrantes del comando anunciarían por el micrófono del avión el secuestro del avión, exhortando a los pasajeros a mantener la calma.
Diez minutos después de haber aterrizado, el personal de la torre de control establece contacto con los integrantes de la LCA, quienes solicitan ponerse en contacto con un representante del gobierno para dar a conocer sus demandas. En cuestión de minutos el aeropuerto Mariano Escobedo es tomado por elementos del ejército mexicano, policías estatales, judiciales y municipales. La LCA y Arturo Martínez Estrada, director de Seguridad Pública de Nuevo León establecen contacto. La LCA exige la liberación inmediata y traslado al avión de Tomás Okosuno Martínez. Francisca de Lourdes Saucedo, Ángel Mejía Núñez, Reynaldo Sánchez Rodríguez, y Edna Ovalle Rodríguez, militantes de la LCA detenidos en días anteriores, así como el traslado de Porfirio Guajardo Cossio y Tomás López Mejía quienes se encontraban prófugos: Así mismo, exigieron la entrega de 5 millones de pesos que la organización había obtenido en unas expropiaciones, la entrega de 10 fusiles FAL y el traslado de los excarcelados a la Habana, Cuba.
Días atrás, la existencia de la Liga de los Comunistas Armados fue descubierta de manera incidental cuando Edna Ovalle, estudiante de la facultad de Filosofía y Letras, recibió de manera accidental un disparo en el vientre. Al ser trasladada al hospital, el personal médico notificaría a la policía el incidente, por lo que, después de ser detenidos Edna y sus acompañantes, la policía descubriría algunas casas de seguridad de la LCA, quienes desde agosto de 1971 habían iniciado sus actividades político-militares mediante la realización de seis expropiaciones en la ciudad de Monterrey.
Al enterarse Germán Segovia de la caída de sus compañeros, se planea una acción rápida que les permitiese liberar a sus compañeros. Inicialmente, Martínez Estrada accede a cumplir la primera petición de la LCA y se ordena la inmediata liberación de los detenidos mientras que por radio y televisión se invita a los prófugos a dirigirse al aeropuerto de Monterrey. Las fuerzas de seguridad planeaban tomar por asalto el avión, sin embargo, al conocerse la identidad de los pasajeros que se encontraban a bordo se decide abortar la misión. Momentos más tarde, llamadas del “más alto nivel” ordenaron cumplir todas las exigencias de los guerrilleros.
La entrega de los prisioneros, las armas y el dinero fueron hechas por agentes que tenían acercarse al avión vestidos únicamente con ropa interior para así prevenir una posible emboscada. Edna Ovalle es trasladada en camilla hacia el aeropuerto al igual que los detenidos y prófugos. Hacia el mediodía, con todas las exigencias cumplidas y esperando a que el avión cargara combustible para dirigirse a Cuba, la LCA libera a un grupo de 30 pasajeros compuesto de mujeres, niños y ancianos. A las tres de la tarde el avión parte con rumbo a Cuba, en donde son recibidos en el aeropuerto José Martí por un fuerte dispositivo de seguridad. Los integrantes de la LCA fueron detenidos en Cuba por invasión del espacio aéreo, entrada ilegal al país y portación de armas. Pese a que el gobierno mexicano solicitó al gobierno cubano su extradición, finalmente los integrantes de la LCA recibieron asilo político en la isla. Sin embargo, y como pasaría con otros guerrilleros mexicanos que viajarían a Cuba, el gobierno de la isla no prestaría ningún tipo de apoyo al Movimiento Armado Socialista Mexicano por los pactos diplomáticos que este tenía con el gobierno mexicano.
Fuentes de referencia: Amargo Lugar Sin Nombre: Crónica del Movimiento Armado Socialista Mexicano (1960-1990): Hugo Esteve Díaz. México Armado 1943-1981: Laura Castellanos. Memoria y Resistencia Facebook