Opinión

No se olviden quién los eligió

Por Ricardo Martínez

Desde que nuestra presidenta inició su mandato, se han dejado ver uno que otro figurín dentro del movimiento que ha dado pie a la idea de que no se encuentran del todo alineados con los principios del obradorismo, es decir, de la Cuarta Transformación. Estos personajes, quienes ocupan puestos públicos, han realizado acciones politiqueras buscando tomar relevancia dentro del panorama político mexicano, ya sea con miras a procesos electorales o, peor aún, a desestabilizar el segundo piso de la transformación.

Algunos de los casos más sonados han sido el de Layda Sansores, quien arropó a un convicto panista, Jorge Luis Lavalle, dentro de su gobierno, aun cuando este se encuentra en libertad condicional y porta un brazalete por el caso Odebrecht. Lo más preocupante es que la gobernadora, en un alarde de prepotencia y falta de inteligencia política, afirmó que «está dispuesta a pagar las facturas que tenga que pagar» por incluir a un rufián de la talla de Lavalle. Como si fuera un orgullo recoger cascajo neoliberal y encumbrarlo, utilizó su programa «El Martes del Jaguar» para justificar su decisión, argumentando que «todos merecemos una segunda oportunidad». Esto lo dijo en referencia al ahora secretario de Desarrollo Económico del estado de Campeche, como si dentro de las filas de Morena no existieran cuadros con experiencia y, sobre todo, sin antecedentes penales para colaborar en el proyecto de la Cuarta Transformación. Sin embargo, Layda, la poeta, parece tener ojos únicamente para la basura y olvida las múltiples declaraciones de este delincuente en contra de AMLO y del movimiento.

Lo preocupante es que circula una fotografía de Layda con nuestra presidenta Sheinbaum, interpretada como un mensaje de apoyo. Es de esperarse que no se normalicen este tipo de actitudes, ya que no contribuyen en lo más mínimo a la unidad del movimiento. Por el contrario, causan gran malestar al abrir oportunidades que desplazan a cuadros propios de la 4T.

Otro ejemplo controvertido ha sido el encontronazo entre Monreal y Adán Augusto en una clara guerra de poder. Este caso es aún más grave por los señalamientos del senador, quien apunta a una profunda corrupción en el manejo de recursos por parte de Ricardo Monreal. Esto resulta aberrante para alguien que en algún momento aspiraba a ser candidato de Morena. Ahora se señala que hay un gasto inflado en los recursos del Senado, lo cual compromete aún más a estos dos personajes, quienes se ostentan como líderes fundadores del movimiento. Si las acusaciones resultan ciertas, serán los tribunales los que deberán decidir si hubo o no malversación. Una vez más, la bandera del movimiento se ve manchada por una pugna interna de personajes que, ante la ausencia física de Andrés Manuel, han decidido quitarse la máscara para mostrar sus ambiciones de control partidista, con miras a las elecciones intermedias, sin medir las consecuencias de sus actos. Esto ha permitido que la comentocracia neoliberal haga un festín con estos desfiguros.

Como cereza del pastel, tenemos a la nueva dirigencia del partido. En la voz de Luisa María Alcalde, al ser cuestionada sobre el caso de Layda Sansores, solo atinó a respaldar a la gobernadora, sin emitir un comentario congruente con los valores del movimiento que representa. Su declaración, desabrida y sin sentido partidista, dejó en evidencia que la autocrítica sigue siendo un tema tabú, como si esta pudiera desestabilizar al partido. Este abordaje ha sido desafortunado por parte de la dirigencia.

No obstante, en el caso de Adán y Ricardo, se habla de presentar denuncias para evitar la impunidad, sin importar de quién se trate. Esto muestra un esfuerzo por llegar a las últimas consecuencias si se encuentran irregularidades. Sin embargo, la unidad del partido queda atascada. Morena, desde su concepción, ha respetado el disentir para avanzar hacia una verdadera transformación. Pero las palabras de Andrés Manuel López Obrador, que tanto eco han hecho entre el pueblo, no logran resonar en la conciencia de quienes hoy dirigen el movimiento. Deberían fortalecerlo con verdadero liderazgo y no temer a la idea de fracturas por pugnas de poder.

Como bien dijo nuestra presidenta: «No se olviden quién los eligió, no tengan memoria corta».

El pueblo se los hará saber si continúan con estas pugnas y a la dirigencia si persiste en su tibieza.

¡Solo el pueblo puede salvar al pueblo! ¡Se hizo una vez y se hará cuantas veces sea necesario!

Editor

Medio independiente de noticias relacionadas con la Cuarta Transformación de México.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba