Por Plumas Patrióticas – En la reunión del pasado 10 de noviembre en la Ciudad de México, los delegados del CEN, presidentes y delegados en funciones de presidente nos reunimos con la dirección nacional del partido para definir las prioridades de nuestro partido para los próximos meses.
Más allá de filias y fobias, y de las entendibles diferencias que históricamente existen en todo proceso político y en particular en los proyectos de izquierda, la ruta es clara y correcta: hay que organizar la movilización social y dar la batalla de las ideas en todos los espacios para promover la aprobación de la Reforma Eléctrica. El asunto no puede ser solo cosa de las Cámaras, sino que debe movilizarse todo el Pueblo para exigir su aprobación. Tenemos, por lo tanto, una enorme tarea política, organizativa y pedagógica.
No es para menos. La Reforma tiene el potencial de detener un proceso de privatización de facto del sector eléctrico mexicano, impedir la quiebra y desaparición de la CFE, garantizar la transición energética sobre la base de la conducción del sector eléctrico por el Estado y detener el traslado de miles de millones de pesos cada año, en forma de subsidios indirectos u ocultos, a algunas de las energéticas más importantes a nivel mundial.
Pero además de todo ello, también están en juego la posibilidad para el Estado mexicano de intervenir para evitar que lleguemos a situaciones desastrosas para la población como las que se están viviendo en diversas regiones del mundo, que es lo que ocurre cuando un bien esencial para la vida cotidiana y para la actividad industrial se encuentra sujeto al insaciable apetito de ganancias extraordinarias de las empresas privadas.
El planteamiento de Reforma es una reivindicación del Pueblo de México, que decide que un sector tan relevante como ese, no estará sujeto a los vaivenes del mercado y, en cambio, será objeto de control y manejo por parte del Estado, al mismo tiempo que se plantea un mecanismo para que los privados que ya invirtieron en las plantas de generación que poseen, puedan seguir participando en el mercado conservando aproximadamente su porcentaje de participación, aunque con reglas más justas que les permitirán tener ganancias razonables y no ya el saqueo a las arcas públicas para un enriquecimiento fuera de lo normal para empresas de ese tipo.
La batalla no es sencilla. Morena y sus aliados no cuentan con el número de diputados ni de senadores suficiente para lograr, por nosotros mismos, los votos necesarios para la Reforma.
Será indispensable la negociación, no hay otro camino. Pero dicha negociación será posible, en buena medida, en tanto estemos movilizados y ganemos el debate público sobre el tema, cosa que, en realidad, no estamos haciendo, lo que se evidencia en por lo menos cuatro cosas:
La Iniciativa Privada a logrado establecer la idea en muchos de que la Reforma es una especie de disputa entre “energías limpias” y “energías sucias”, lo que es totalmente falso, pues la CFE genera más energía limpia que los generadores privados y, además, se plantea en la Reforma la modernización de las hidroeléctricas y la creación de un parque público de energía fotovoltaica que sería el más grande de América Latina.
También ha sido eficaz en que no se hable de las complejidades técnicas que implica realmente la transición energética hacia fuentes menos contaminantes, que exige, precisamente, una ruta cuidadosamente diseñada que es incompatible con el caos generado por el sistema actual que permite la entrada y autoriza generadores sin ningún criterio más que el de garantizar jugosas ganancias particulares.
De igual manera, ha logrado establecer una serie de fake news, como la de señalar que la 4T tiene una “obsesión con el carbón”, cuando no se ha creado en este gobierno ninguna planta carboeléctrica nueva e incluso se ha venido disminuyendo consistentemente el uso de las 3 plantas de esas características que hay en nuestro país, siendo México uno de los países que más han reducido su proporción de energía obtenida con carbón que, además, era y es mucho menor que la mayoría de los países desarrollados.
Finalmente, también han sido eficaces al lograr que mucha gente piense que la energía generada por privados “es más barata”, gracias a que hacen un manejo tramposo de las cifras, ocultan los costos completos de respaldo y transmisión.
A pesar de todo ello, la gran mayoría de los mexicanos está de acuerdo con la Reforma, pero en la medida en que nos movilicemos y ganemos las batallas en la opinión pública, el apoyo será mayor.