Sin pensión digna no hay vejez digna
Por Miguel Ángel Ferrer
La iniciativa de reforma al sistema de pensiones ya enviada al Congreso de la Unión por el Presidente López Obrador establece que un trabajador jubilado reciba como pensión un monto igual a su último salario devengado cuando se encontraba activo.
Nadie, por supuesto, se atreve en público a cuestionar la justeza de la propuesta obradorista. Ah, pero en privado, las derechas se oponen a ella con el falaz argumento de la falta de dinero para poder pagar las pensiones.
Pero además de mentiroso, el argumento es hipócrita, porque a la derecha lo que en verdad no le gusta es la redistribución de la riqueza social. Preferiría apropiarse, como en la época neoliberal, de esos recursos, aunque los ancianos sobrevivan en la miseria.
Porque, en general, un anciano jubilado sólo recibe un tercio del último salario devengado. Y si bien es cierto que hay pensionados que perciben más que eso, también es verdad que muchos viejos no alcanzan ni siquiera esa raquítica tercera parte.
El problema no es, como lo prueban la teoría y la experiencia económicas, la carencia de recursos. La clave del asunto está en la esfera de la distribución de la riqueza social. O, como se dice en lenguaje popular, del mismo cuero salen todas las correas.
En última instancia una pensión digna es la condición de una vida digna. Pero aunque diga lo contrario, a la derecha le tiene sin cuidado la dignidad de la vejez del pueblo.
Es más: si por la derecha fuera, no debería haber pensiones. Llega incluso a sostener que la longevidad es una carga social insostenible. Y que el problema básico es que la gente vive hoy demasiados años.
La alternativa sería entonces el abandono de los ancianos. No atender sus enfermedades, no darles atención médica, es decir, dejarlos morir. Quién no recuerda aquel filme distópico “Cuando el destino nos alcance” que plantea el suicidio asistido de ancianos abandonados o sin recursos para vivir como condición de sobrevivencia en una sociedad con muchos pobres y un puñado de ricos.
Decir, contra toda evidencia, que la sociedad no dispone de los recursos para darles una vida digna a sus ancianos es una gigantesca mentira. Y, finalmente, una muestra de canibalismo.
En las próximas elecciones de México el pueblo decidirá sobre el asunto. De un lado PAN, PRI y PRD, los partidos de la derecha, con su propuesta caníbal. Del otro, el obradorismo con su proyecto popular, científico, humano y solidario.