Vulneración de las víctimas en un proceso abierto: las filtraciones del caso Ayotzinapa
Fue el propio subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, quien condenó la filtración de detalles del informe del Gobierno de México sobre la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa.
«Condeno la lamentable filtración (…), es absolutamente irresponsable y una falta de respeto a los padres y madres de los estudiantes desaparecidos», apuntó el funcionario de la Secretaría de Gobernación (Segob) y titular de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia en el caso Ayotzinapa (Covaj) el sábado 24 de septiembre, a dos días del octavo aniversario de la llamada noche de Iguala.
Información originalmente testada del informe fue exhibida en una columna del diario Reforma y en un hilo de Twitter por la periodista cubano mexicana Peniley Ramírez, con detalles como el presunto manejo de cadáveres de los estudiantes, quienes fueron atacados la noche del 26 de septiembre de 2014 en Guerrero, estado ubicado al sur del territorio mexicano.
«La versión sin testar permite entender la historia y permite explicar por qué se necesitan nuevas líneas de investigación del caso y sobre el encubrimiento. La crueldad y la horrible conclusión del asesinato era pública, el propio gobierno lo hizo público», defendió la comunicadora.
Sputnik conversó con la reportera Lydiette Carrión, quien ha trabajado con víctimas de violencia feminicida, entre otros casos, para tratar de entender las vulneraciones a las familias de los normalistas que abrió este episodio.
Perpetuar la pornografía de la violencia
«Hay descripciones de la violencia que, si no están en el lugar adecuado, si no hay una contextualización profunda de quiénes eran las personas, de cómo fue, si nada más nos quedamos con la violencia cruda, es un poco pornografía de la violencia», acusa la autora de La fosa de agua, investigación sobre el abandono de cuerpos de mujeres en el Río de los Remedios, ubicado en la zona metropolitana de la capital de México.
«Si tú vas y describes que si los hicieron carnitas o no los hicieron carnitas, sin contexto, sin dotar primero de una humanidad a esas víctimas, sin hablar con las familias, tú también estás deshumanizando», identifica en torno a la reciente filtración.
Sin embargo, enfatiza que la crítica de estos problemas debe apuntar a sus causas sistémicas y no confundirse con un linchamiento que se concentre en el individuo, en este caso la articulista Ramírez.
«No creo que el tema deba ser un ataque directo contra la periodista, la reportera que filtró esta información y (con) un tratamiento que desde mi punto de vista no es el que abona a un entendimiento crítico de la violencia», distingue Carrión, para evitar la personalización del fenómeno.
«No es un problema de cacería de brujas, de quién hizo qué, son errores muy graves, con consecuencias muy profundas. Lo que tenemos que hacer es una discusión más amplia de cómo nosotros los medios de comunicación en México hemos perpetuado también un discurso de violencia muy terrible que ha hecho muchísimo daño a la población», valora.
La sensibilidad del trato con víctimas
Muchos periodistas no se percatan de la vulneración que abren a víctimas de violencia desde sus prácticas informativas, considera Carrión, una conciencia que se adquiere con la frecuencia del trato con los involucrados, lo que va permitiendo localizar el impacto que estos problemas generan en las comunidades y las familias.
Curiosamente, mientras la prensa critica la deshumanización de los asesinos, incurre a la vez en prácticas deshumanizantes por exponer con descuido hechos tan sensibles, valora. «Como prensa, en general tenemos que elevar el nivel de la calidad de lo que estamos haciendo y renovar un compromiso de periodismo de calidad«.
Identificar qué papel se juega en el contexto general
Independientemente de las intenciones de la periodista y el medio, señala Carrión, esta filtración vinculada a los normalistas de Ayotzinapa sucede en un contexto convulso donde se han suscitado eventos como en caída de fichas de dominó.
«Situaciones y hechos que nos hablan de una pugna muy profunda al interior de la Fiscalía (General de la República), no queda claro ahí qué papel está jugando el Ejército, el poder judicial, la Comisión de la Verdad», enumera.
«Esta filtración tiene una intención política muy fuerte, muy muy fuerte, que no tenemos claro de dónde viene y hacia dónde va, y que también cuando nosotros como periodistas encontramos este tipo de filtraciones tenemos que sopesar con mucha claridad y con mucha responsabilidad qué papel estamos jugando en todo este andamiaje y esta pugna política», apunta.
Sin sentimientos de culpa, recomienda, los periodistas tienen que discernir qué componentes se involucran en un momento intenso de la historia colectiva del país, significativa por la confrontación que deja al descubierto entre élites y fuerzas políticas como la FGR.
«No podemos lavarnos las manos y decir que nosotros sólo estamos informando, generalmente no es así, también tenemos un papel político, también tenemos fichas en este tablero y tenemos que ser muy responsables con ellas», señala.
Por ejemplo, describe que en su cobertura de casos de feminicidio las fiscalías, a veces con la intención de ayudar, a veces con el objetivo contrario, llegaban a filtrar los expedientes a la prensa, que podía publicarlos sin tamiz. «Pero lo que los periodistas jamás se enteraban era el impacto que esto podía tener en las familias».
«Al tú brincarte este paso de contacto con los familiares de las víctimas, no es sólo una cuestión de que puedes destruir y lastimar profundamente una familia, que ya con eso tendría que haber un problema y tendría que haber toda una reflexión ética y muy grande respecto a cómo manejamos este tipo de filtraciones, sobre todo de crímenes tan duros», apunta, donde también existen casos con expedientes que siembran pruebas y describen hechos falsos.
Hay filtraciones, señala, que pueden validar versiones amañadas, no fundamentadas en investigación y contextualización previas.
Los intereses detrás
Pese a las vulnerabilidades de esta filtración en torno al caso Ayotzinapa, Carrión considera que no hay que demonizar esa práctica, sino entenderla como un punto de partida común en el oficio que puede detonar investigaciones.
Sin embargo, también llama a entender qué intereses hay detrás de una filtración. «Una filtración no es periodismo de investigación, es el inicio de una investigación, porque todas las filtraciones tienen intereses».
«Pero tú no puedes lanzar acríticamente una filtración sin, uno, probar que es verdadera, esto de seguro sí se hizo en este caso de la filtración, que el documento es real y no es apócrifo, y el otro lado es la intención de la filtración», añade la periodista.